Sé que no es ningún tipo de descubrimiento pero, como es sabido, todos tenemos un mundo interno, que a veces se presenta de forma tan efusiva que tiende a salir de uno mismo y confundir nuestra percepción ante este plano compartido con los otros, que vendríamos a llamar "el mundo real". Entonces surge el "yo", el "a mí", esos sesgos de los que muchas veces nos quejamos sobre otras personas por su empleo excesivo, pero que es una incidencia casi inherente al ser humano. Aún así, aún pensando que lo que hacemos al charlar es soltar, dejar fluir el dolor o la teoría, el recuerdo o la tortura, el mundo interno se desgasta al decodificarse y codificarse en el idioma de dominio, al volverse enunciado. Creo que no es tanto lo que se dice como lo que se siente al decirse. Para la sensación siempre faltan palabras, nunca nada es tan preciso; por otra parte, no toda forma de razonar internamente es comprensible por convención cultural o social. Somos, por lo gener
Debe ser raro no tener nunca preguntas en la cabeza o no formularlas continuamente mientras se ve algo que no cuadra. No digo necesariamente exteriorizarlas pero, tenerlas en la mente, siempre. Imposible que no... creo. De lo que hacemos, sobre todo lo que nos hace daño, nos preguntamos. ¿Por qué será necesaria esa dosis de autodestrucción? En cualquier grado, digo, desde decisiones hasta acciones. ¿Deberíamos respondernos eso para sentirnos absurdos después? Pero son preguntas abiertas, es decir, pueden responderse sin ningún tipo de límite, así como puede no emitirse palabra alguna. De cualquier modo, creo que muchas veces es preferible no buscarle respuesta a todo. No es miedo a la respuesta, aclaro, es el hecho de que puede que esta sea insignificante comparada con la intuición o la toma de riesgo que se quiere llevar a cabo al instante, en el momento, y que se aplaza con la ansiedad de encontrar un por qué. Dejo un poco, de lo poco , que me gusta del verano.